El término estabilizador del ánimo es ampliamente usado dentro del contexto del tratamiento del trastorno bipolar (TBP), auque no ha sido oficialmente aprobado por la US Food and Drug Administration (FDA). Hasta el momento, no existe para el mismo una definición exacta. En la revisión que aquí presentamos, los autores proponen un concepto con base en una definición dos por dos, la cual incluye la eficacia para tratar las fases agudas de la manía y de la depresión, así como para la profilaxis de los síntomas maníacos y depresivos de la enfermedad.

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Leonard (2001) y Room (2001) han aportado datos importantes respecto a investigaciones epidemiológicas que se han realizado para determinar la fracción de violencia atribuible al consumo de alcohol. A pesar de que la relación entre el consumo de alcohol y las diferentes manifestaciones de la violencia se ha reconocido durante siglos, es en los últimos 20 años cuando se han realizado investigaciones sistemáticas para explorar las bases causales de esta relación y de los procesos que le subyacen.

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Los estudios epidemiológicos demuestran que el trastorno depresivo mayor (TDM) tiene una prevalencia de 2% en niños y de 4% a 8% en adolescentes. La Academia Norteamericana de Psiquiatría Infantil y del Adolescente, recomienda la intervención psicofarmacológica para esta entidad clínica. En los pacientes pediátricos, el uso de Inhibidores Selectivos de Recaptura de Serotonina (ISRS) así como de la Venlafaxina (VLF), un inhibidor dual de recaptura de serotonina y de noradrenalina, han sido preferidos a los antidepresivos tricíclicos debido a que estos últimos no han demostrado ser suficientemente eficaces, de acuerdo a los resultados de un reciente meta-análisis que incluyó a 12 ensayos farmacológicos controlados. Entre los ISRS y la VLF, la fluoxetina es el único fármaco aprobado por la FDA para su uso pediátrico en la depresión.

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A pesar de que muchos pacientes con depresión presentan como síntomas fundamentales quejas somáticas más que ánimo depresivo, la nosología actual sobre la depresión los coloca en un segundo plano, detrás de los síntomas psicológicos y conductuales. Sin embargo, cuando se valoran, los síntomas somáticos se presentan en una inmensa mayoría de enfermos deprimidos, incluyendo a aquéllos con resistencia a los intentos terapéuticos.

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