El TDAH es un padecimiento que afecta entre 3% y 10% de los niños y de 1% a 6% de los adultos. Las áreas de mayor deterioro potencial en los niños que sufren el TDAH son la académica, la social y el desarrollo de habilidades. Las fallas académicas pueden desmoralizar y generar baja autoestima. Otros riesgos a los cuales están sujetos estos pacientes son: un elevado índice de heridas así como el uso de tabaco, alcohol y drogas; incluso existe un subgrupo comórbido con Trastorno Disocial (TD) que tiene un mayor riesgo de desarrollar delincuencia.

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El trastorno disocial usualmente se caracteriza por un patrón de comportamiento agresivo en el que se violan tanto los derechos básicos de los demás como las normas y reglas sociales apropiadas para la edad. El trastorno disocial se ha asociado con la presencia de otros trastornos psiquiátricos tanto externalizados como el trastorno por déficit de atención e hiperactividad, como internalizados, entre ellos: depresión, distimia y trastornos de ansiedad que incluyen trastorno por estrés postraumático, fobia social, trastorno de ansiedad generalizada, trastorno por ansiedad de separación y fobias simples.

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El tratamiento de los adolescentes que abusan de drogas es más efectivo cuando se atienden los problemas psicosociales y las necesidades de salud mental. Los adolescentes con abuso de sustancias (AS) presentan de forma regular problemas temperamentales y se caracterizan por ser oposicionistas, agresivos, impulsivos y con pobre tolerancia a la frustración.

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El trastorno de conducta es el trastorno psiquiátrico más común en las muestras comunitarias de población adolescente. Las diferencias individuales en la agresividad son tan estables como las diferencias individuales en la inteligencia y varios estudios han demostrado que la presencia de agresión y violencia juvenil son predictores de delincuencia en el futuro. La tasa documentada de este trastorno en muestras comunitarias varía entre 1.5 % y 3.4 %; este trastorno es cuatro veces más frecuente en hombres que en mujeres y clínicamente se relaciona con una alta comorbilidad.

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