El insomnio es el trastorno del sueño más prevalente en la población general. Aproximadamente un tercio de los adultos mayores reportan síntomas de insomnio y hasta el 10% cumple con criterios diagnósticos de trastorno de insomnio. El insomnio se define como una dificultad para iniciar o mantener el sueño generando malestar significativo, así como cambios en la funcionalidad a lo largo del día. Además, se ha descrito al insomnio como un factor de riesgo para la presentación de diversos padecimientos como enfermedades cardiovasculares, diabetes mellitus tipo 2, la enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE) y las alteraciones tiroideas.
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La depresión se ha identificado como un obstáculo importante para la calidad de vida en la vejez; recientemente se ha reconocido a la ansiedad como el trastorno psiquiátrico de mayor prevalencia en adultos mayores. El presente estudio realizado de manera longitudinal se centró en analizar la influencia de la ansiedad y de la depresión en la evolución de la calidad de vida en los individuos durante la vejez. Se conformó una muestra de adultos mayores de 50 años residentes de Portugal que participaron en la Encuesta sobre salud, envejecimiento y jubilación en Europa (SHARE) a quienes se les preguntó acerca de su calidad de vida y su estado emocional; se confirmó que el aumento de la edad repercute negativa y significativamente en la calidad de vida. Por lo tanto, tanto la depresión como la ansiedad deben reconocerse como áreas de intervención importantes para fomentar un envejecimiento activo y saludable.
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La depresión en las personas mayores se puede presentar por medio de una gran variedad de síntomas tanto afectivos como cognitivos, siendo estos últimos caracterizados por la afección de múltiples funciones cognitivas como la fluidez verbal, funciones ejecutivas, memoria de trabajo y resolución de problemas, pudiendo algunos déficits persistir a pesar de un tratamiento exitoso. Debido a esto la depresión puede generar en la vejez mayor fragilidad y dependencia en las personas, disminuyendo así su calidad de vida.
Los cambios relacionados con la edad en algunas redes neuronales pueden contribuir al riesgo de depresión, en asociación además otros factores de vulnerabilidad como el riesgo genético, los eventos estresantes, los cambios y otras condiciones médicas y psiquiátricas preexistentes.
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La multimorbilidad y la depresión son afecciones multifactoriales complejas con importantes implicaciones para las personas mayores, sus familias y los proveedores de atención médica. Los objetivos de este trabajo son:
- revisar los hallazgos de estudios epidemiológicos longitudinales en los que se investigó la asociación entre multimorbilidad y depresión,
- identificar mecanismos potenciales que vinculen la multimorbilidad y la depresión y
- discutir los desafíos para avanzar en el campo de la investigación.
Los cambios relacionados con la edad en algunas redes neuronales pueden contribuir al riesgo de depresión, en asociación además otros factores de vulnerabilidad como el riesgo genético, los eventos estresantes, los cambios y otras condiciones médicas y psiquiátricas preexistentes.
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El número de personas mayores a nivel mundial ha incrementado con el paso de los años. Sin embargo, el aumento de la esperanza de vida, la rápida urbanización, los factores socioculturales, los cambios en las estructuras familiares y los cambios en el estilo de vida han llevado a la aparición de diversos problemas, siendo el más alarmante el suicidio entre las personas mayores.
Muchas veces, los signos indicativos de depresión en las personas mayores se pasan por alto y se atribuyen a las molestias habituales asociadas con el envejecimiento. Se ha vuelto importante comprender las ideas y conductas suicidas en las personas mayores, para identificar los factores de riesgo y facilitar aún más la prevención.
Las personas mayores tienen un riesgo considerable de tener conductas suicidas, lo que justifica atención para una identificación temprana y una posterior intervención psicosocial.
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