El trastorno desafiante oposicionista (TOD) y el trastorno de la conducta (TC) (también llamado disocial) continúan siendo uno de los principales trastornos juveniles que se atienden en las clínicas de salud mental y comunitarias, y causan una gran preocupación debido al alto grado de deterioro que ocasionan y a su mal pronóstico. Muchas formas de delincuencia son también síntomas del TC.

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En la última década ha existido un renovado interés por evaluar a pacientes con depresión en un amplio rango de tareas neuropsicológicas. Así, se ha promovido el interés en cuanto a que, al igual que la esquizofrenia y los trastornos neurológicos, los trastornos afectivos se pueden asociar con un patrón distinto de disfunción cognoscitiva. En este artículo se busca revisar los déficit cognoscitivos reportados para la depresión, así como la manera en que éstos pueden reflejar alteraciones en la anatomía y el funcionamiento de las vías neuronales frontosubcorticales.

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La depresión mayor es una causa importante de la incapacidad. En áreas hospitalarias, hasta 45% de los pacientes con infarto al miocardio presentan posteriormente depresión, la cual constituye un factor independiente que aumenta la morbimortalidad del paciente. Los antidepresivos tricíclicos no son recomendables para pacientes con enfermedad cardiaca isquémica (ECI), debido a su actividad arritmogénica; sin embargo, aún no es claro el papel que cumple en la etiología de ECI.

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La mayoría de la literatura relativa a los aspectos neuropsiquiátricos de los delirios está contaminada por una falla que ocurre al distinguir entre delirios y entre alucinaciones, así como trastornos del pensamiento y psicosis. Aunque las alucinaciones pueden acompañar a los delirios, son fenómenos diferentes. Los primeros pueden acompañar virtualmente cualquier trastorno de la mente. Los síndromes psicóticos se han reportado en una amplia variedad de trastornos neurológicos.

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