La importancia de las diferencias cerebrales entre los sexos de los individuos de muchas especies ha sido reconocida pero al mismo tiempo ésta, están insuficientemente exploradas. Se reconoce que la susceptibilidad a ciertos padecimientos neuropsiquiátricos, así como los efectos de las lesiones, pueden tener una diferencia entre los sexos de hasta cuatro o cinco grados de magnitud.

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Para poder predecir los intentos de suicido con riesgo elevado de llegar a la consumación inminente, un grupo de investigadores del Beth Israel Medial Center están desarrollando una escala que identifique un estado de «disparo emocional» que anticipe que la idea de llevar a cabo el suicido sea inminente. De acuerdo a la información proporcionada por el centro de control de enfermedades en los Estados Unidos de Norteamérica, en el año 2007 se reportaron un total de 34 598 muertes por suicidio.

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De acuerdo a un reciente reporte publicado por el Colegio Europeo de Neuropsicofarmacología (ECNP), en la actualidad la psicofarmacología atraviesa por una situa45 ción crítica. Esta percepción la basan principalmente en el hecho de que, por una parte, los tratamientos actuales son ineficaces para muchos pacientes y por otra, la tendencia surgida en una buena parte de la industria farmacéutica de ya no destinar recursos a la investigación y desarrollo de nuevos psicofármacos.

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El proyecto para investigar la identificación y el tratamiento de las alteraciones cognitivas de la esquizofrenia (MATRICS) se estableció hace algunos años con el objetivo de diseñar una batería de evaluación neurocognitiva (MCCB) para determinar, a lo largo de los ensayos clínicos, los cambios cognitivos que aparecen en esa enfermedad y su posible recuperación con los tratamientos convencionales.

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Cuando se compara la frecuencia con que la se produce disquinesia tardía con el uso de los antipsicóticos de primera y de segunda generación, estos últimos aparecen con una muy baja frecuencia, incluso cuando son utilizados en sujetos de edad avanzada. Sin embargo, una de las limitaciones de los trabajos en los que se ha obtenido esta información es que casi siempre se compara al mismo paciente con uno y otro tipo de antipsicótico.

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En un cierto número de personas, el alcohol, entre todas las sustancias psicoactivas, es sin duda el agente más potente para generar agresividad. Está documentada la relación entre el consumo agudo y crónico de alcohol y la violencia, y se calcula que la incidencia de conducta violenta entre sujetos masculinos consumidores es de entre el 20% y el 50%.

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