Las causas fisiopatológicas de los trastornos afectivos aún se desconocen en su totalidad. Sin embargo, gracias a la información originada en diversos estudios neurofisiológicos y neuroquímicos, algunas de estas causas han sido estudiadas para entender —al menos parcialmente— la compleja red de interacciones funcionales y anatómicas que participan en el desarrollo de estas enfermedades.

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La ocurrencia de un trastorno de estrés agudo (TEA) como consecuencia de un evento traumático amenazante para la vida, incrementa el riesgo de desarrollar posteriormente un trastorno de estrés postraumático. Un grupo de investigadores en Australia estudió a 90 sujetos con el diagnóstico de TEA (criterios del DSM-IV), que habían tenido en el mes previo al estudio la experiencia de una situación violenta no sexual o de un accidente en vehículo motorizado.

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Además de prescribir fármacos para las enfermedades mentales, el papel del psiquiatra incluye tradicionalmente la práctica de la psicoterapia en cualquiera de sus modalidades. No obstante, hay evidencia de que el uso de esta última opción terapéutica ha disminuido con el paso del tiempo.

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La relación entre tabaquismo y psicopatología es un tema que desde hace tiempo genera controversia y discusión. Existe evidencia de que el consumo de tabaco empeora la evolución de ciertas entidades clínicas mientras que mejora otras. Esta controversia queda plasmada en los resultados de dos recientes trabajos de investigación, uno de ellos efectuado en pacientes bipolares y el otro en pacientes con esquizofrenia.

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La buena práctica clínica requiere de la toma decisiones terapéuticas bien fundamentadas. Con el incremento continuo de publicaciones científicas sobre ensayos clínicos en farmacología, encontrar una intervención que realmente sea superior a las conocidas y que por lo tanto pueda ayudar al clínico a normar su criterio, es una labor compleja.

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Distintos trastornos psiquiátricos tales como el bipolar, la esquizofrenia y el autismo, son altamente heredables. Sin embargo, la identificación de sus bases genéticas ha sido un reto debido a que es poco común que los resultados de un buen número de estudios se puedan reproducir. En cierta forma la incorporación al análisis genético de los rasgos intermedios (endofenotipos) y la inclusión de los factores ambientales han permitido aclarar algunos aspectos.

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