Violencia de pareja en población transgénero: revisión sistemática y metaanálisis de prevalencias y correlaciones

Violencia de pareja en población transgénero: revisión sistemática y metaanálisis de prevalencias y correlaciones

La Violencia de Pareja (VP) se define como violencia física y sexual, acoso, agresión psicológica o control coercitivo, por parte de una pareja íntima actual o expareja; es un problema de salud pública que resulta con frecuencia en lesiones físicas, trastornos mentales, alteraciones de la salud sexual y reproductiva, e incluso homicidios.

Los individuos transgénero, cuyo género difiere del sexo asignado al momento del nacimiento, se enfrentan frecuentemente a VP. En promedio, 1 de cada 6 individuos transgénero reportan violencia física, y 1 de cada 10 violencia sexual en el último año; por lo que, tienen 2.2 y 2.5 veces más riesgo de experimentar violencia física y sexual respectivamente que los individuos cisgénero (quienes se asumen dentro del género que les fue asignado al nacer). Ser víctima de VP se ha asociado a una pobre salud sexual y mental, así como al abuso de sustancias en individuos transgénero.

En esta revisión, se tomaron en cuenta 85 artículos, que incluyeron 1,273,989 participantes de los cuales 49,966 eran individuos transgénero. La mayor parte de los estudios se llevaron a cabo en Estados Unidos y otros países de ingresos altos.

El reporte a lo largo de la vida fue variable en las diferentes categorías; VP de 6.3% a 83.3%, violencia física de10.5% a 66.7% (media 37.5%), violencia sexual de 5% a 66.7% (media 25%). Asimismo, el reporte en el último año varió de 3.8% a 44.7% (media 16.7%) para violencia física y de 3.2% a 29.1% (media 10.8%) para violencia sexual. De los estudios que evaluaron agresión psicológica y otros tipos de VP, se reportan prevalencias de 19.8% a 60% para amenazas, de 8.9% a 83.3% para violencia psicológica, de 1.8% a 60% para conductas controladoras, de 5.4% a 30% para aislamiento, de 0.8% a 28.6% para acoso, y de 17.6% a 73.3% para abuso relacionado a la identidad de género.

Dentro de los grupos de comparación en la población cisgénero se incluyeron 1) hombres y mujeres homosexuales y bisexuales, 2) hombres y mujeres con VIH y otras poblaciones con mayor porcentaje de individuos LGB, 3) hombres que tienen sexo con otros hombres, y 4) hombres y mujeres de la población general. Los participantes transgénero presentaron 1.66 y 2 veces mayor riesgo de experimentar cualquier forma de VP y específicamente violencia física/sexual respectivamente, que los participantes cisgénero; se encontró mayor diferencia al comparar con hombres que con mujeres cisgénero, sin embargo, la prevalencia de VP fue significativamente más elevada al comparar con ambos grupos. Por otro lado, las muestras escolares y de universitarios representaron algunos de los estudios más grandes, y demostraron la desigualdad transgénero-cisgénero más notoria de violencia física y sexual. En cuanto a la violencia psicológica y otros tipos de violencia, estas fueron significativamente más prevalentes en participantes transgénero que cisgénero en algunos estudios, más no mostraron diferencias significativas en otros.

No se encontraron diferencias significativas en la prevalencia de ningún tipo de VP entre participantes AMAB (sexo masculino asignado al nacimiento) y AFAB (sexo femenino asignado al nacimiento); ni en la frecuencia de violencia física entre participantes transgénero binarios y no binarios.

Se encontró asociación entre ser víctima de VP y estados de discapacidad, indigencia, estado migratorio, raza/etnicidad, encarcelamiento, ser estudiante no graduado, así como acoso, agresión y acoso por parte de la familia, victimización en general, victimización repetida relacionada con el género y discriminación; mientras que la transición social de género y la autoestima no mostraron asociación alguna. Asimismo, el ser víctima de cualquier tipo de VP se asoció significativamente con factores de riesgo sexual (número de parejas sexuales, comercio sexual, enfermedades de transmisión sexual, sexo sin protección), uso de sustancias y trastornos mentales en poblaciones transgénero. En algunos estudios de individuos con VIH, se encontró también una asociación entre ser víctima de violencia física y supresión viral, ser trabajador sexual y presentar síntomas depresivos.

Aunque son pocos los estudios que comparan perpetración por parte de participantes transgénero y cisgénero, se reporta que los primeros comenten más frecuentemente VP.

No se identificaron estudios que incluyeran intervenciones preventivas específicas para individuos transgénero víctimas de VP; más aún, pudo observarse discriminación asociada a discapacidad, ser percibido como transgénero e incluso pertenecer a ciertos grupos étnicos para las víctimas de VP que buscaban ser atendidas. En un estudio se demostró que el entrenamiento de quienes atienden a víctimas de VP podría mejorar sus habilidades para atender a individuos transgénero.

Esta revisión demuestra que los individuos transgénero tienen de 2 a 3 veces más riesgo de sufrir violencia física y sexual por parte de su pareja que los individuos cisgénero, independientemente del sexo asignado al momento del nacimiento. Asimismo, se evidencia un mayor riesgo de sufrir violencia psicológica y otros tipos de VP. Las diferencias más notorias entre individuos cisgénero y transgénero se observan en la victimización por violencia sexual. Por otro lado, la evidencia señala que la VP es un factor de riesgo para múltiples condiciones de salud en poblaciones transgénero. La elevada prevalencia documentada hace evidente la urgente necesidad de generar investigación e intervenciones para la prevención primaria y secundaria de la VP en poblaciones transgénero.

Por otro lado, la información de VP en este grupo carecerá de acceso al mismo nivel de evidencia que la existente en pacientes cisgénero, hasta que la exclusión sistemática de individuos transgénero en estudios poblacionales termine. La literatura existente se ve limitada por factores como: 1) Los estudios que incluyen individuos transgénero y cisgénero, rara vez brindan información desglosada y específica para cada uno de los grupos estudiados, 2) Existe una heterogeneidad importante en las definiciones de “transgénero” y “violencia de pareja”, lo cual dificulta comparaciones entre diferentes poblaciones de estudio, 3) Hasta 1/5 de los estudios utilizan medidas no conductuales (se sabe que al comparar con preguntas acerca de conductas abusivas específicas, subestiman prevalencias), o no especifican las medidas utilizadas para evaluar VP; asimismo, aún utilizando medidas no conductuales validadas en población cisgénero, puede subestimarse la prevalencia en población transgénero por falta de validez de contexto, 4) El escaso entrenamiento de los evaluadores, principalmente al enfrentarse a individuos transgénero, puede resultar en subestimación de prevalencias, 5) No se identifican estudios que evalúen el desarrollo o uso de intervenciones de prevención primarias específicas para población transgénero.

Debido a que la evidencia sugiere que la victimización por VP en poblaciones transgénero es elevada e inicia frecuentemente desde la adolescencia, la creación de estrategias en este grupo de edad es fundamental; asimismo, la educación entre pares acerca del tema podría ser útil para prevenir la violencia y empoderar a los sobrevivientes. Las intervenciones que han demostrado reducir la VP en mujeres cisgénero, podrían adaptarse y probarse en poblaciones transgénero. Por otro lado, las intervenciones estructurales como la creación de leyes para facilitar el acceso al cambio legal del nombre y género, y aquellas para evitar la discriminación de este grupo para la adquisición de viviendas y empleos, podría disminuir la vulnerabilidad ante la VP al aumentar el acceso a recursos y disminuir la dependencia de parejas abusadoras. En cuanto a prevención secundaria, se requiere investigación acerca de los servicios existentes para proveer atención a los sobrevivientes transgénero de VP; la atención para víctimas debería incluir un equipo para atención en crisis, grupos de apoyo de sobrevivientes transgénero y material de auto ayuda creado específicamente para pacientes transgénero. Debido a que los trabajadores de la salud son por lo general el primer contacto de mujeres que denuncian VP y buscan atención, y que para los individuos transgénero los establecimientos clínicos son frecuentemente instancias donde sufren abuso o revictimización, la creación de guías clínicas y la inclusión de pacientes transgénero en la atención clínica es crucial. El estudio de las características, tipos y causas de la perpetuación de VP, así como la frecuencia de violencia bidireccional y su relación con la discriminación minoritaria de este grupo poblacional, sería también valioso para ampliar nuestro conocimiento.

Aunque queda claro que los individuos transgénero tienen mayor riesgo de sufrir VP (física y sexual), se sabe poco acerca de la correlación entre violencia y datos sociodemográficos u otros factores de riesgo en esta población; más que categorizar a los individuos transgénero como un grupo homogéneo, sería útil comprender como el sexo asignado al nacimiento, la identidad de género no binaria, la identidad sexual, la raza/ etnicidad, la discapacidad y otros factores sociales afectan el riesgo de VP en esta población. La transición médica y social son también factores clave para identificar periodos críticos de intervención. Asimismo, aunque no se encontraron diferencias significativas entre la prevalencia de violencia sexual entre individuos AMAB y AFAB, o en la prevalencia de violencia física entre individuos binarios y no binarios, se requieren más estudios para determinar si realmente existe o no alguna diferencia. Por otro lado, debido a que se ha demostrado que la VP psicológica genera alteraciones mentales, físicas y sexuales con la misma o incluso mayor frecuencia que la violencia física y sexual en población cisgénero, y a que existen datos cualitativos que sugieren que en el caso de las comunidades transgénero este tipo de violencia podría ser el principal componente de la VP (los abusadores se aprovechan de la vulnerabilidad de dichos individuos para adquirir poder y control), sería importante ahondar en el tema.

Aunque los resultados de los estudios son consistentes en cuanto a prevalencias, heterogeneidad clínica, metodológica y estadística, resulta haber una importante variabilidad en la magnitud de las diferencias estimadas en cada uno de ellos. Sin embargo, las implicaciones prácticas de los resultados obtenidos en esta revisión sistemática y metaanálisis indican que el tamizaje de VP y la accesibilidad a servicios de atención para individuos en riesgo deben mejorar. La evidencia demuestra que la VP es una epidemia a la que se enfrentan los individuos transgénero a nivel global, y que las prevalencias de violencia física y sexual son mucho mayores en esta población en comparación con los individuos cisgénero. Las inequidades físicas, sexuales y de salud mental a las que se enfrenten los individuos transgénero podrían deberse en una buena parte a los elevados niveles de violencia. Para atender este importante problema, es necesaria la creación de intervenciones específicas, inclusivas y dirigidas por individuos transgénero para la prevención, detección y respuesta a situaciones de VP en este grupo poblacional.

  • Sofía Vidal de la Fuente
REFERENCIAS
  • Peitzmeier, S. M., Malik, M., Kattari, S. K., Marrow, E., Stephenson, R., Agénor, M., & Reisner, S. L. (2020). Intimate Partner Violence in Transgender Populations: Systematic Review and Meta-analysis of Prevalence and Correlates. American Journal of Public Health, 110(9):e1-e14. doi: 10.2105/AJPH.2020.305774