<em>Burnout</em>, abandono y suicidio: pérdida de médicos en medicina de urgencias

Burnout, abandono y suicidio: pérdida de médicos en medicina de urgencias

El burnout ha sido calificado como una epidemia, con importantes costos económicos, personales, sociales y humanos. Este síndrome se manifiesta con agotamiento, despersonalización y disminución del sentido de realización.

En los médicos se ha reportado una prevalencia por agotamiento entre el 37.9% y el 52.8% en todos los niveles de capacitación médica, situación que comienza desde los primeros años de estudio de medicina. En una revisión sistemática y un metaanálisis con 4 664 residentes de múltiples especialidades, la tasa de agotamiento fue del 35.7%, lo que parece predecir el agotamiento posterior al término de la especialidad.

Históricamente, la medicina ha visto el agotamiento como un signo de debilidad personal o de inadecuada adaptación a la profesión. El agotamiento del médico se ha relacionado con el trabajo estresante, haciendo demasiado y anteponiendo las necesidades de los demás a las propias. Aunque las características individuales contribuyen a la susceptibilidad al agotamiento, los médicos le hacen frente mediante el ejercicio y la meditación.

La sociedad establece un estándar de cero errores para los médicos. Este alto estándar puede aislar a quiénes los cometen, dejándolos sin formas saludables de hacerles frente, lo que resulta en enfoques disfuncionales para la recuperación. Respuestas deficientes (aislamiento, ira, tristeza, abuso de sustancias e insensibilidad hacia los pacientes y colegas) ponen al médico en mayor riesgo de agotamiento y del consecuente burnout.

El fenómeno de la “segunda víctima” (FSV), es decir, el trauma psicológico que los médicos sufren al involucrarse en un “evento adverso”, probablemente contribuye y es consecuencia del agotamiento. Es típicamente relacionado con cometer un error médico con un “mal resultado” para el paciente. Aproximadamente entre un 30% y un 60% de los médicos (de todas las especialidades) experimentaron problemas emocionales relacionados con un “mal resultado”. Se genera así un ciclo en donde es más probable que un médico agotado cometa un error durante la atención del paciente, exponiéndolo al riesgo de sufrir FSV y estrés por problemas legales; por lo tanto, probablemente se exacerba su agotamiento y el burnout. Este ciclo y sus emociones asociadas pueden tener consecuencias negativas que incluyen atención clínica deficiente, aumento de errores, insatisfacción del paciente, interacciones disfuncionales entre colegas, abuso de sustancias y automedicación, depresión y suicidio.

Una encuesta reciente de Medscape indicó que el 15% no solo está agotado, sino que también está deprimido clínicamente.

Múltiples barreras impiden a los médicos acudir a tratamiento por depresión, entre las que se incluyen pensar que no requieren intervención profesional y, quizás la más importante, el temor, en casi un 40% de la muestra, a la pérdida de la licencia médica y de la acreditación del hospital.

En comparación con la población general, los médicos, hombres y mujeres, tienen un riesgo relativo (RR) de suicidio mayor (RR = 3.4 y RR = 5.7, respectivamente). En un informe más reciente de Medscape, 14% de los encuestados había considerado en algún momento el suicidio y el 1% lo había intentado. Los sentimientos de aislamiento, pérdida de pertenencia y fracaso, combinados con la percepción de ser una carga para la pareja, la familia, los amigos y la sociedad, hacen que algunos vean el suicidio como una respuesta.

Si bien estas tasas de depresión médica e ideación suicida no difieren significativamente de las de la población laboral en general (37.8% y 6.4%, respectivamente), existen razones para creer que la depresión médica no se reporta ni se trata lo suficiente. Son menos propensos a buscar tratamiento ya que la depresión sigue siendo estigmatizada en la cultura médica. Algunos médicos han desarrollado estrategias de afrontamiento dañinas, como el uso de alcohol y drogas.

La sociedad percibe al urgenciólogo trabajando en un mundo de emoción, drama y salvaciones milagrosas. Aunque no son completamente inexactos, los dramas televisivos no muestran la demanda persistente de atención inmediata sin cometer errores a pesar de lo limitado de los recursos. Este desajuste entre las demandas y los recursos, junto con la incertidumbre diagnóstica constante, promueve y exacerba el agotamiento físico-emocional. Los factores estresantes en los urgenciólogos pueden fácilmente atribuirse al agotamiento, a algunas características personales como habilidades de afrontamiento deficientes o falta de ejercicio, descanso y pasatiempos, necesidad de trabajar noches y fines de semana. Para satisfacer la necesidad de atención de emergencia de alta calidad durante las 24 horas, los urgenciólogos trabajan por turnos. La interrupción resultante de los ritmos circadianos conduce a la pérdida del sueño y a efectos perjudiciales asociados con la salud: aumento de las enfermedades cardiovasculares, del síndrome metabólico, de los trastornos del sueño y posiblemente una mayor mortalidad. La privación del sueño se asocia con una peor atención al paciente, una disminución de la satisfacción laboral y un menor bienestar personal. Todo contribuye al burnout, como también, la falta de personal de apoyo y la deficiente infraestructura médica, aunado a un trabajo de alta intensidad (gran carga de trabajo, múltiples pacientes enfermos, cambio frecuente de tareas) y a la violencia de pacientes y colegas.

Ser el primer proveedor de atención médica para tantos pacientes significa inevitablemente lidiar con reclamos por negligencia médica (otra causa de agotamiento); hasta el 73% de los urgenciólogos admiten la práctica de una “medicina defensiva”. A su vez, la mayoría de ellos tienen historias sobre pacientes que mueren a pesar de los mejores esfuerzos, mientras hay una larga lista de pacientes en espera de atención molestos debido a una espera prolongada.

Si bien las consecuencias del agotamiento en urgenciólogos son similares a las de los médicos en general, ciertas patologías merecen una mención específica: atención clínica, depresión, abuso de sustancias, FVS y suicidio. Al igual que otros médicos, los urgenciólogos con burnout se autoinforman con una atención clínica subóptima, teniendo, frecuentemente, la sensación de haber cometido un error médico. Son menos felices en el trabajo detrás de los especialistas en medicina física y rehabilitación; pueden renunciar a recibir más capacitación o cambiar de trabajo debido a las dudas sobre su desempeño, generando una sensación de desesperanza que contribuye aún más al estrés y al agotamiento. Los médicos residentes de los servicios de urgencias experimentan tasas más altas de abuso de sustancias que los de otras especialidades. Estudios estiman que entre 4.9% y 12.5% de ellos beben diariamente (figura1).

Dado que los urgenciólogos son particularmente vulnerables al agotamiento debido al sistema de trabajo, el medio cultural y social en que ejercen, es importante comprender la interacción complicada entre los signos, síntomas, causas y consecuencias del agotamiento. Esta comprensión puede ayudar a encontrar un camino para la recuperación del individuo y una solución a nivel de la especialidad.

  • Diana Patricia Guízar-Sánchez
REFERENCIAS
  • Stehman CR, Testo Z, Gershaw RS, Kellogg AR. Burnout, Drop Out, Suicide: Physician Loss in Emergency Medicine, Part I [published correction appears in West J Emerg Med. 2019; 20(5):840-841]. West J Emerg Med. 2019;20(3):485-494. doi: 10.5811/westjem.2019.4.40970